viernes, 24 de enero de 2014

SOLO UNA VEZ, PENSÓ ...SOLO UNA VEZ.

Ámame sobre todas las cosas”
Y en la nitidez de su alma sigue escuchando… palabras envueltas en llanto.
Sherezade niña hechizada…

SOLO UNA VEZ, PENSÓ
... SOLO UNA VEZ..

Cuando salía la luna se transformaba. Fantaseaba en su silenciosa provocación; se subía su fino y transparente camisón bajo sus rayos hambrientos, cautivos de la sensual prenda, embriagadora con su luz. Como Diosa seductora, serpenteaba posturas que mostraban a la perfección sus senos puntiagudos, su plano vientre, sus redondas caderas y… un espeso y pequeño valle ardiente, humeante entre sus prietos muslos. El dulce olor de su sexo se respiraba en la brisa nocturna como gata en celo. Sus piernas se movían en ligeras caricias, entreabriéndolas, jugueteando con los barrotes de una barandilla que se calentaba al agarre de su contacto, frotándose entre ellos, mostrando astutamente sensualidad y deseo. Sus ojos soñadores de una pasión prohibida podían ver la mirada que se ocultaba entre las sombras de la oscuridad.
No imaginaba que hacía tiempo ella lo había descubierto, que jugaba a provocarle a incitarle. Solo un cigarrillo encendido se veía en la penumbra, que se consumía deseoso de saborear su boca, ese cuerpo que hacía años le hacía temblar ávido de romper su juramento para devorar el néctar de la vida. Ella era su pecado.
Escuchó el repique de campanas que llamaban a temerosos a limpiar sus azoradas almas. Ya nada la detendría, ya eran demasiados años de silencio y ni el tiempo ni el destino… estaban a su favor.
-Padre… -La ventanilla del viejo confesionario tembló bajo su tenue susurro. Su ardiente boca pegada en ella dibujaba la silueta de unos labios carnosos, perfectos.
-Peco en pensamiento desde que me levanto hasta que me acuesto…
El alborozo del confesor no era menor, estaba allí, vibró con su presencia a tan pocos centímetros. Hacía demasiado tiempo que sus dedos temblaban al rozar sus labios cuando ella entreabría su boca al comulgar. No, no deseaba que se arrepintiera.
La tenía tan cerca, le salpicaba su aliento, miraba, deseoso, aquellos encarnados labios a través de las rejillas de la ventanilla. Los dibujó con la punta de sus dedos. Acercó su cara apoyándola en las rejillas donde podía oler su perfume, donde sentía que la rozaba. Saboreó cada palabra de un pecado de almíbar que relamía en su boca.
Se aflojó el alza-cuello. El brillo de su frente se transformó en pequeñas gotitas que resbalaban por sus mejillas. Sus manos se humedecían, secándoselas en la sotana, acercándolas a la protuberancia que se elevaba entre sus piernas, mientras ella le contaba sus más ocultas fantasías, apretándola, castigándola, ahogándola.
-…Le siento cabalgar en mis entrañas. Padre… me arde la sangre, se me abren los poros, me tiembla la boca… se me escapa el alma, no controlo la excitación que me produce tenerle cerca…
Le flaqueó el cuerpo. Deseó… no, no podía desear. Su sotana se lo prohibía. Se le caían sus setenta años recuperando la juventud perdida. Sus empequeñecidos ojos llenos de brillo buscaron los de ella a través de las rejillas.
-… No digas más. -Deseaba abrir aquella estrecha puertita que les separaba, abrazarla, meterla dentro y dejar que le arrancase la sobria sotana.
-Estoy poseída. Necesito que me arranque al diablo que me quema las entrañas poseyéndome cada noche.
Su voz… murmullo de boca a un oído que no resistía la caricia de pecar con ella. Respiración que se aceleraba, sudaba el pórtico del pecado resbalando como espesa resina de madera. Olía su esencia de hombre excitado. Llevaba cuarenta años deseando lo prohibido, compartiendo su jardín, como buenos vecinos, para… provocarle, para obligarle a pecar y tocar juntos las puertas del cielo o… caer al más profundo de los infiernos. Pero fue mayor la devoción a su Dios y la diferencia de veinte años de edad, ella siempre sería la preciosa niña que tomó la comunión de su mano recién salido del seminario, aún así, no podían impedir imaginar… que cabalgarían juntos por el iris del universo.
-Te conozco desde que eras niña y no hay más posesión en ti que tu propia imaginación.
No quería darle la absolución, no quería que se arrepintiera, no quería que abandonase su seductora confesión, sus juegos nocturnos, no quería dejar de soñarla, no quería que… ella dejara de soñarle.
Era inevitable. Carraspeó. -Pide por tu paz…
-… Entonces pediré por él.
Su boca se acercó a la de ella para en su último susurro robarle el aliento: -…eo te absolvo…
Solo un suspiro fue la respuesta. Se levantó despacio, acercando su pecho, lentamente, a la ventanilla del deseo, permitiendo que él absorbiera su fragancia antes de alejarse.
Discreto en su secreto desde su púlpito le regalaba mil caricias con los rayos de sus miradas. Deliberadamente ella comulgaba la última, para recrearse en la lectura de sus ojos mientras sentía la caricia de sus dedos en sus labios cuando la punta de su lengua llegaba a alcanzarlos al recoger la hostia sagrada.
Y… brillaba en su cielo.
Respetó su juramento a su modo, sin dejar de devorarla a la luz de las estrellas. No podía dormirse sin verla retozar sin sentirla en su piel.
Pero el tiempo tuvo sus patas cortas.
Llueve en noche clara, muriendo en el crepúsculo del alba vivaces ojos, en el goce de su última noche. La negra niebla consumió el último cigarrillo que cayó de sus dedos como un último suspiro.
Aprisionó su alma sin escuchar repiques de campanas. Lloró y lloró, desapareció de la cuarta fila escuchando más allá de pasillos y paredes, engañándose en sus sobrios despertares y… bajó su último peldaño.
Entre turbia luz se abría lentamente su puerta, ofreciéndole la mano con su elegante sonrisa. Con la sotana arrancada la invitó a pasar, descalzo, sin alza-cuello, como un hombre libre de grilletes religiosos. Por primera vez vio su cuerpo semidesnudo, su pecho poblado de canas, todavía fuerte, agitado en su respiración. La miró con deseo. No se apartó cuando se acercó apresándola por la cintura. Conforme sus caras se acercaban sus cuerpos temblaban. Sus labios se rozaron, calientes, hinchados de deseo. Fue entonces cuando tomó el cáliz sagrado y bebió relamiendo con su lengua la ansiedad de la virginal boca masculina, enzarzándose en una batalla de codicia sedienta de goce y… cabalgaron juntos bajo fuegos de artificios.
…Mirada perdida a la luz de la vida.
Solo una vez pensó… había cruzado la frontera donde revivía su pasión entre paredes blancas, acolchadas y sin ventanas, despojados de miedos se amaban en su mundo irreal.
Solo una vez pensó.
Solo una vez.
A LOS AMANTES DEL PECADO, A ESE… SEGUIR SOÑANDO

POEMARIO – NOCHES NUPCIALES-

Ana María Madrid.


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